Ahogos
En el callejón de las uñas no salidas, el puñal de los besos no dados, y el silencio de la palabra amarga, me dejaste, abandonada a mi maltrato.
Me nacen espinas de la espalda, mientras me enrulo un NO latiendo en mis sienes.
Una hoja que se vuela, y baila a la luz del esplendor que se esconde tras un telón de sangre.
Y no estás, no me mirás, no me tocás.
Un silencio más austero que una mirada hiriente, y la culpa, de no haber sido yo quien manejara el ácido.
Se reflejan en la estrella tus dedos, mientras un aroma a jazmines se escapa del aire, yéndose hilarante en ovillo deshecho de cielo.
En el callejón de los besos, la ventanas cerradas, las alcantarillas abiertas y una rata que se me ahoga entre los dedos, y me cierra las puertas, pellizcándome despacio en la nariz.
Un suicida que se cae, mientras el humo lo precede.
Me caigo de espaldas el empedrado se torna musgo.
Una lágrima se sangre me brota de la mejilla y el labio de mi amante, me cierra los ojos
saliendo de fiestas alcalinas.
Me nacen espinas de la espalda, mientras me enrulo un NO latiendo en mis sienes.
Una hoja que se vuela, y baila a la luz del esplendor que se esconde tras un telón de sangre.
Y no estás, no me mirás, no me tocás.
Un silencio más austero que una mirada hiriente, y la culpa, de no haber sido yo quien manejara el ácido.
Se reflejan en la estrella tus dedos, mientras un aroma a jazmines se escapa del aire, yéndose hilarante en ovillo deshecho de cielo.
En el callejón de los besos, la ventanas cerradas, las alcantarillas abiertas y una rata que se me ahoga entre los dedos, y me cierra las puertas, pellizcándome despacio en la nariz.
Un suicida que se cae, mientras el humo lo precede.
Me caigo de espaldas el empedrado se torna musgo.
Una lágrima se sangre me brota de la mejilla y el labio de mi amante, me cierra los ojos
saliendo de fiestas alcalinas.